viernes, 21 de noviembre de 2008

DESARROLLO PSICOLOGICO: ADOLESCENCIA Y LAS HORMONAS

ADOLESCENCIA
El paso de la niñez a la adolescencia es lo que se denomina adolescencia, va de los 11 o 12 años a los 19 principio de los 20. Se considera que el inicio de la adolescencia se da con la pubertad (Papalia, et. al., 2005). La adolescencia implica cambios físicos de un cuerpo en maduración, así como cambios cognitivos y socioemocionales (Morris & Maisto, 2005).
Desarrollo Físico
Los cambios biológicos de la pubertad resultan en un rápido aumento de estatura y peso (“estirón de crecimiento”), cambios en las proporciones y formas corporales, en el tamaño de las glándulas sebáceas y en las glándulas sudoríparas y la adquisición de la madurez sexual (Papalia, et. al., 2005).
Los adolescentes son conscientes de estos cambios que ocurren en su cuerpo, y muchos se muestran ansiosos respecto a si su forma y tamaño son “correctos” y se comparan frecuentemente con actores y modelos de televisión; es por esta razón que constantemente es la apariencia física lo que más disgusta de sí mismos a los adolescentes (Morris & Maisto, 2005).
Desarrollo Sexual
La pubertad inicia con un aumento en la producción de hormonas sexuales. El comienzo de esta actividad puede deberse al alcance de un nivel crítico de peso. En las niñas los ovarios aumentan la producción de estrógeno con lo que estimulan el crecimiento de los genitales y el desarrollo de los senos. En los niños, los testículos incrementan la producción de andrógenos (en particular testosterona), lo cual estímula el crecimiento de los genitales, la masa muscular y el vello corporal. Ambos producen estos tipos de hormonas, pero en diferentes cantidades (Papalia, et. al., 2005).
Entre los 12 y 13 años, en las mujeres se presenta la menarquía -primer periodo menstrual-; alrededor de los 13 años en los hombres se presenta la espermarquia –primera eyaculación-. Ambos se consideran los principales signos de madurez sexual. Factores genéticos, físicos, ambientales y emocionales pueden afectar la edad de presentación de la menarquía. Las implicaciones son la capacidad de los adolescentes para poder reproducirse. Sin embargo, esta capacidad se presenta antes de que los adolescentes tengan la madurez suficiente para cuidarlos (Morris & Maisto, 2005; Papalia, et. al., 2005).
Salud en la adolescencia
Durante esta etapa del desarrollo, la mayoría de los adolescentes son saludables. Las tasas de discapacidad y enfermedad crónica son bajas. Las principales preocupaciones acerca de la salud son: la condición física -afecta la salud física y mental-, las necesidades de sueño –requieren alrededor de 9 hrs. de sueño, si no satisfacen esto, pueden presentar problemas de depresión, académicos o de sueño en sí-, los trastornos alimenticios –estas enfermedades se han venido incrementado aceleradamente en los últimos años, y su incidencia es mayor en países industrializados-, el abuso de drogas –implica problemas familiares, sociales, emocionales e incluso repercusiones cognoscitivas-, la depresión –la prevalencia de la depresión se incrementa durante esta etapa, y en especial las adolescentes que maduran temprano son más susceptibles- y muerte –las principales causas son accidentes automovilísticos, por armas de fuego y suicidio- (Papalia, et. al., 2005).
Desarrollo cognoscitivo
Aunque el pensamiento adolescente sigue siendo inmaduro en ciertos aspectos, muchos son capaces de realizar un razonamiento abstracto y juicios morales complejos, así como hacer planes realistas para el futuro (Papalia, et. al., 2005).
Piaget: De las operaciones formales
De acuerdo a Piaget, cerca de los 11 o 12 años se entra a la etapa de las operaciones formales, esto permite a los adolescentes entender y manipular objetos abstractos, especular acerca de posibilidades alternativas –pueden pensar en lo que podría ser y no sólo en lo que es- y razonar en términos hipotéticos. Las operaciones formales les permiten una nueva y más flexible forma de manipular información (Morris & Maisto, 2005; Papalia, et. al., 2005).
Algunos riesgos que este avance implica es la excesiva confianza de los adolescentes en las nuevas capacidades mentales y la tendencia a atribuir demasiada importancia al propio pensamiento. El “egocentrismo de las operaciones formales” es como Piaget llamó al hecho de que los adolescentes no logren darse cuenta de que no todos piensan como ellos y que otras personas pueden tener opiniones diferentes (Morris & Maisto, 2005).
Elkind: Egocentrismo e inmadurez del pensamiento adolescente
Utilizando la noción del egocentrismo adolescente, Elkind, aborda la inmadurez en el pensamiento adolescente, cuestión que surge debido a la inexperiencia del adolescente en el pensamiento operatorio formal y que le resulta tan poco familiar como la nueva forma de su cuerpo. La inmadurez del pensamiento se manifiesta a través de (Papalia, et. al., 2005):
1. Idealismo y carácter crítico: Están convencidos de saber más que los adultos y con frecuencia encuentran defectos en sus padres. Se dan cuanta de lo lejos que el mundo ideal está del mundo real.
2. Tendencia a discutir: Buscan constantemente la oportunidad de probar y demostrar sus nuevas habilidades.
3. Indecisión: Pueden tener varias alternativas, carecen de estrategias para decidir entre ellas y pueden tener problemas para decidir cosas muy simples.
4. Hipocresía aparente: No cuentan con una conexión entre su conducta y el ideal que defienden.
5. Autoconsciencia: Suponen que los demás están pensando lo mismo que ellos. A esto Elkind llamó audiencia imaginaria (los adolescentes sienten que son constantemente observados por los demás, que la gente siempre está juzgando su apariencia y su conducta).
6. Suposición de ser especial e invulnerable: Es a lo que este autor llamó fábula personal que se refiere a la creencia de los adolescentes de que son especiales, que su experiencia es única y que no están sujetos a las reglas que gobiernan al resto del mundo. Esto puede llevar a conductas de riesgo y autodestructivas.
Desarrollo moral
El desarrollo moral es un importante cambio durante esta etapa. Piaget y Kohlberg coinciden en que en esta etapa la moralidad es fundamentalmente heterónoma.
De acuerdo a Piaget, entre los 11 y 12 años, los niños se presentan una moralidad heterónoma, es decir, presentan mayor flexibilidad respecto a las normas, así como cierta autonomía basada en el respeto mutuo y la cooperación. Tienen la idea de “equidad”, más allá de “igualdad”, considerando las situaciones específicas. Consideran no sólo la consecuencia, sino la intencionalidad (Morris & Maisto, 2005).
Kohlberg propone que después de los 10 años los individuos pasan al nivel convencional del desarrollo moral. En esta etapa, los individuos atienden a principios propios (internos) como a los de otros (externos), tales como los de los padres y las leyes sociales. Kohlberg lo subdivide en dos estadios. El primero está formado por las expectativas interpersonales mutuas, las relaciones y la conformidad interpersonal. El segundo se basa en la moralidad de los sistemas sociales (Santrock, 2006).
Desarrollo Psicosocial
En esta etapa, los adolescentes se encuentran ansiosos por independizarse de sus padres, pero al mismo tiempo temen las responsabilidades de la vida adulta. La adolescencia va cargada de cierto grado de estrés relacionado con la escuela, la familia y los pares, sin embargo, no es homogéneo en los todos los adolescentes ya que influye en gran medida la capacidad de cada individuo para afrontar diferentes situaciones (Morris & Maisto, 2005).
Un tema central en esta etapa de la vida es la búsqueda de identidad, que de acuerdo a Erikson es una concepción coherente del yo, formada por metas valores y creencias con las cuales una persona está sólidamente comprometida. De acuerdo a este autor forma parte de un proceso saludable y vital construido sobre los logros de las etapas anteriores (sobre la confianza, autonomía, iniciativa y laboriosidad) y que sienta las bases para afrontar os problemas psicosociales de la edad adulta (Papalia, et. al., 2005).
Identidad
Para formar una identidad los adolescentes deben establecer y organizar sus habilidades, necesidades, intereses y deseos de forma que puedan ser expresados en un contexto social. De acuerdo a Erikson, los adolescentes forma su identidad modificando y sintetizando identificaciones anteriores (Papalia, et. al., 2005).
De acuerdo a la teoría de Desarrollo Psicosocial de Erikson la adolescencia corresponde a la etapa de “identidad frente a confusión de roles”. La identidad se logra con la integración de sus diferentes roles (estudiante, atleta, aspirante a arquitectura, etc.); la incapacidad para formar este sentido coherente de identidad da lugar a confusión acerca de los roles (Morris & Maisto, 2005).
La identidad se forma en la medida en que los jóvenes resuelven tres problemas principales: la elección de una ocupación, la elección de valores en qué creer y por qué vivir y el desarrollo de una identidad sexual satisfactoria (Papalia, et. al., 2005).
James Marcia cree que la adquisición de la identidad requiere un periodo de intensa autoexploración llamado crisis de identidad; este autor encontró cuatro tipos de estados de identidad, los cuales difieren en la presencia o ausencia de crisis –periodo de toma de decisiones conscientes- y de compromiso –inversión personal en una ocupación o sistema de creencias- (Morris & Maisto, 2005; Papalia, et. al., 2005):
· Logro de la de identidad (la crisis conduce al compromiso): El adolescente ha pasado por la crisis de identidad y tuvieron éxito al hacer elecciones personales acerca de sus creencias y metas y se sienten cómodos con esas elecciones por ser suyas.
· Exclusión de la identidad (compromiso sin crisis): El adolescente ha optado prematuramente por una identidad que otros le han proporcionado, está comprometido con los planes de otro para su vida.
· Moratoria (crisis sin compromiso todavía): Se encuentra en el proceso de explorar activamente varias opciones de roles, pero todavía no se ha comprometido con ninguno de ellos.
· Identidad dispersa (no compromiso ni crisis): Se caracteriza por la ausencia de compromiso y la falta de consideración seria de las alternativas. Evitan considerar opciones de roles de manera consciente.
El estado de identidad en cualquier adolescente puede cambiar a lo largo del tiempo conforme la persona madura o tiene regresiones (Morris & Maisto, 2005).

En la mayor parte de de las culturas occidentales, la adolescencia se caracteriza por grandes cambios de conducta y apariencia física. Tradicionalmente muchos cambios han sido descritos como negativos y se atribuyen a factores biológicos, en especial a las hormonas. Al adolescente se le presenta como victima de “sus hormonas incontrolables”.
Desde el punto de vista fisiológico, las hormonas operan sobre el cerebro en dos formas. En primer lugar, las hormonas sexuales pueden incidir en la personalidad y en la conducta por su influencia temprana en el desarrollo del cerebro. Tales efectos son permanentes y, en consecuencia, no se ven afectados por los cambios en los niveles hormonales durante la pubertad. En segundo lugar, las hormonas pueden activar determinadas conductas por sus efectos en el sistema nervioso. Estos efectos suelen ser inmediatos o retrasarse un poco. La maduración física y sexual se debe a la interacción entre niveles hormonales, factores de salud y la estructura genética del individuo.
Los investigadores han descubierto una pequeña relación directa entre los niveles hormonales durante la adolescencia y las siguientes conductas (Buchanan y otros 1992):
Mal humor, depresión, inquietud y falta de concentración, irritabilidad, impulsividad, ansiedad, problemas de agresión y de conducta.
Conviene precisar que no todos los adolescentes manifiestan cambios drásticos en las conductas anteriores, pese a que en todos ellos se registra un aumento de los niveles hormonales. Por tanto, es probable que intervengan otros factores, a saber roles cambiantes expectativas sociales o culturales, situaciones especificas en casa o en la escuela y asta la influencia de los medios masivos de de comunicación.
Por ejemplo, si en la niñez temprana y media hay problemas familiares, estos pueden agravarse durante la adolescencia. En una familia disfuncional el adolescente puede mostrar una conducta sexual inapropiada, huir de casa, ser agresivo y consumir drogas. En cambio si la relación entre progenitor e hijo es buena antes de la adolescencia, casi siempre se mantiene así durante este periodo y los padres siguen ejerciendo una influencia positiva (Buchanan y otros 1992).
Lo anterior no significa que las hormonas no influyan en absoluto en el comportamiento. Pero a menudo su efecto, depende de factores psicológicos o sociales. Así, en un estudio se comprobó que el nivel de testosterona es un indicador confiable de la actividad sexual entre las niñas de doce y dieciséis años (Udry 1988). Pero su efecto disminuya o se eliminaba cuando el padre vivía con la familia o cuando la joven practicaba algún deporte. La presencia del padre suele mejorar la autoestima de las adolescentes en formas que aminoran la necesidad de ser activas sexualmente. Junto con la orientación y el modelamiento de la madre, el padre tiende a crear situaciones que favorecen las relaciones y no solo la conducta sexual. En otras palabras, los factores ambientales superan los efectos hormonales en el comportamiento por tanto, los investigadores llegan a la conclusión de que es un mito la idea de las hormonas incontrolables sean una causa directa de las conductas del adolescente.